lunes, 29 de noviembre de 2010

El origen de las estrellas

El mundial de Guatemala de 2000 fue la primera piedra que puso un grupo de fútbolistas comandado por Javier Lozano. La selección española de fútbol sala coronó el escudo de España con la primera estrella. Luego llegó la segunda en 2004 y este pasado verano Casillas, Iniesta y compañía pusieron la estrella en el fútbol español.

Un acto en la RFEF de Las Rozas ha puesto hoy de largo el libro El origen de las estrellas. En el año 2000 Guatemala acogía el mundial de fútbol sala que puso a España en el lugar que se merecía por interés, práctica y por contar ya con la mejor liga del mundo de este deporte. Aquella madrugada de domingo muchos españoles nos quedamos en vela viendo como los de Javier Lozano se sobreponían a los goles brasileños para acabar ganando un mundial y dejar el camino preparado para que en 2004 se ganase el siguiente en Taiwan.
Miguel Ángel Méndez y Alfredo Duro, los hombres del fútbol sala, han presentado un acto que ha estado arropado por la RFEF y comandado por la LNFS ya que el propio Javier Lozano junto con Cancho fueron los ideólogos de poner en marcha este proyecto en el mes de agosto.
Hoy SM ha apostado por el libro y la historia de superación y liderazgo que han contado cada uno de los internacionales de aquella época. Jesús Clavería, Jesús García Mera, Santiago Herrero, Antonio Adeva, Javier Orol, Joan Linares, Javi Rodríguez, Quique Boned, Javi Sánchez, Paulo Roberto, Alberto Riquer, Luis Amado, Guillermo Martín, Daniel Ibañes y Ricardo Jimenez fueron los protagonistas de aquella espectacular hazaña que hoy se ha recordado. El acto, además, inauguraba el salón de actos del museo que ha abierto la RFEF en su sede de La Rozas y todo ha estado a la altura de un gran acto.
Un detalle, siempre había oído hablar de Julio Cabello, presidente de la Federación Madrileña de fútbol sala como un hombre implicado que ha hecho mucho por el este deporte en la Comunidad de Madrid. No dudo de sus dotes de gestión, pero sí dudo de su educación. Impresentable y maleducado su comportamiento hacia mí esta mañana. Me la guardo y no me olvido, no por rencor sino porque así no volverá a sucederme. Si el mundo es un pañuelo, imaginate el del fútbol sala. Nos veremos.

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